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El progresismo imperialista argentino

El progresismo de algunos compañeros encuentra su límite en la realidad efectiva, por usar una expresión de Gramsci muy utilizada por Perón. En el momento que Rusia y China le ponen los puntos al imperialismo yankee, salen apurados a gritar que Putin es un «caza-putos» y que en China los pobres chinos (casi dos mil millones de ellos) trabajan por chaucha y palito y que además en Rusia y en China no hay libertad de expresión.

Es así como terminan repitiendo el discurso liberal de los Estados Unidos, algunos sin querer y otros más bien sin-querer-queriendo. Pero se olvidan de analizar varios aspectos de la cuestión.

Uno de esos aspectos es la cultura de Rusia: allí la gran masa del pueblo no es tolerante con ciertas costumbres sexuales como en la Argentina, sencillamente porque Rusia y Argentina son muy distintos culturalmente y además están bastante lejos uno del otro.

El otro aspecto, el de que los «pobres chinos son obligados a laburar por dos pesos», es simplemente ignorar que por otra parte en China están todos comiendo, allí dónde la mayoría antes no comía ni trabajaba, ni aun por «dos pesos» o por cero pesos, por nada. Hoy el gobierno socialista de China les asegura la existencia a todos los ciudadanos, lo cual ya es decir muchísimo cuando hablamos del país más poblado del planeta.

Sobre la libertad de expresión, bueno, habría que ver qué entiende el progresismo loco del asunto. Si «libertad de expresión» es tener medios de comunicación que atentan contra la igualdad y juegan para el imperialismo y por mantener la dominación foránea, estoy de acuerdo con que ni en China ni en Rusia hay libertad de expresión. Y ojalá que jamás la tengan, no vaya a ser cosa que les aparezca un Clarín o un La Nación.


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